viernes, 10 de julio de 2015

Bares, Bohemios y 3500 Millones de Dólares en Las Manos Equivocadas / Nicolás Gonzalez (Erven)



Por un minuto trate de imaginar Buenos Aires sin artistas. El paisaje podría no cambiar mucho. 
Ahora imagine que al mismo tiempo que los artistas, desaparecen sus obras.                             
Los teatros, los centros culturales, los cines, las salas de exposición, las paredes de los museos, las disquerías y librerías; vacías. En caminito no te pintan, ni te bailan el tango. No está la chica vestida de estatua que se queda perfectamente quieta. Uno ingresaría al bar, y no habría música. Ni de la buena, ni de la mala.
Por alguna razón, el arte suele estar muy en comunión con la noche. Con lo cual, la oferta de pubs, bares y boliches en general, se vería notablemente disminuida. Todos estamos de acuerdo en que el turismo es una enorme oportunidad para generar ingresos. Y todos sabemos que gran parte del turismo que Buenos Aires recibe, es gracias a la oferta cultural y artística que la ciudad ofrece. Yo no conozco el mundo entero ni mucho menos, pero conozco otras grandes ciudades, como San Pablo, Milán, Florencia, Venecia, Niza, Mónaco o San Remo entre otras, y créanme que ninguna tiene la “vida” nocturna de Buenos Aires. Simplemente, no le llegan ni a los tobillos en este aspecto.
Paradójicamente todo este circuito nocturno, sumamente atractivo para la gente de otros países, funciona a base de trabajadores de un gremio que nunca ha tenido representación sindical, ni ha protagonizado una marcha, ni paro, ni accede a feriados, ni a sueldo básico ni a la asignación universal del culo. Nada.
El artista es una persona con una clara vocación. Muchas veces más clara que la de un abogado, un médico, un contador o un presidente de la nación. Ocupa su tiempo en actividades que, no solo no le generan utilidades, sino que además suelen ocasionarle pérdidas. El artista entiende temprano que su actividad no tiene valor monetario y accede a trabajar gratis. Pero el artista no es tonto. Sabe que no puede vivir del arte. Entonces divide sus tiempos en distintas actividades, que poco tienen que ver con su real vocación. 
Belén es pintora, artista plástica, y vendedora en Agarrate Catalina. Eli es cantante y secretaria de un abogado. Silvia es actriz y vendedora en una tienda de la Bond Street. Lucas es escritor y recepcionista de una clínica dental. Pepe es compositor de una de las bandas más aclamadas del under nacional y administra consorcios. Nacho es fotógrafo y creo que trabaja en un call center. O puede ser un administrativo en Osdepym, cajero en un supermercado, o cualquier cosa, menos dedicarse a lo que quiere. Sin embargo, todos ellos, salen de sus trabajos y, no se idiotizan con Tinelli, se dedican a su arte. Producen los espectáculos que uno puede consumir cualquier noche de la semana, en cualquier teatrito o bar o discoteca de la ciudad. Esos mismos espectaculos que los turistas aman y por los cuales viajan y pagan montañas de dinero. 
Ninguno cobra nada hasta ingresar en el circuito mainstream, cosa que rara vez sucede, porque en la Argentina, no hay medios: o sos under y vivis del aire, o sos Babasonicos y cobras 100 lucas por show. Y de nuevo, créanme, no es que no quieran cobrar. Sino que para el artista nunca hay plata. A veces un viático que no alcanza a cubrir ni el gasto de la sala de ensayo, o las pinturas, o acrílicos. Y gracias. ¿Podemos tocar de nuevo? “Vamos a ver”. A algunos les pasa más que a otros, y ni hablar si se tiene la mala suerte de ser del interior y querés ingresar al circuito porteño.
En la última encuesta de preferencias hecha por el Observatorio Turístico de la Ciudad de Buenos Aires, el 42% de los turistas argentinos y el 15% de los extranjeros opinaron que lo mejor de Buenos Aires es la actividad cultural. Los turistas gastaron unos 3.500 millones de dólares durante el 2010. U$D 2.500 millones correspondió a los extranjeros. Creo que en algo están cagando a quienes aceitan toda esa oferta cultural. A quienes la hacen posible. Porque todo muy lindo con Charly García, Los Tipitos, Fuerza Bruta, el Parque Roca, Divididos, Brujas, el teatro de revista y bla bla bla…pero eso es industria del entretenimiento y, por lo general, sirve sólo de consumo interno, casi minorista diría, en comparación con los números que maneja el turismo extranjero que NO viene ni por Charly, ni por las gatitas de Fort, ni por Carmen Barbieri. Mucho menos por Catupecu Machu en el Parque Roca. Al pan, pan y al vino, vino. El extranjero viene por la noche. Y consumen under. Y nosotros no recibimos nada. El artista soporta amigos que los creen vagos, madres que les dicen “eso no es un trabajo”, padres que “los mandan a laburar”. Soporta la mirada diferenciadora de los pares que no entienden su modo de vida. Soporta que le digan bohemio, vago, loco, snob y de todo menos artista. Soporta laburar gratis. Soporta tener otro trabajo. Soporta venderse de a poco para quedar en el camino la mayoría de las veces. Y la industria del turismo recibe 3500 millones de dólares limpitos. Hacen hoteles. Con concesiones donde ganan siempre las mismas empresas constructoras. Hacen boliches, donde la entrada cuesta $200 y a la chica que anima el evento le dan dos consumiciones y le pagan el taxi. Al fotógrafo que saca las fotos le dan 2 mangos. A la banda que toca le pagan el flete y dos consumiciones por integrante. Y ya está. Volvé a producir a tu casa. “Saco tu disco, pero traelo grabado, mezclado, editado y si podes traeme el videoclip ya hecho también.”
La voluntad es el único capital del artista. Y se sabe que con voluntad se logran las cosas. Si no se hacen, es porque falta la voluntad de hacerlo. En un país donde la palabra “redistribución” suele escucharse cada dos por tres, es una paradoja que un sector que genera 3500 millones de dólares al año, no pueda vivir de su actividad en su mayoría. Hay algo que me huele a patrañas. Desde que nací. Y en ésta época el olor, no ha cambiado. Sigo oliendo patrañas. Por todos lados. En todos los canales, en todos los medios, en todos los sentidos.
Nunca estuve a favor de los paros mediáticos. De las marchas para la tv. Pero por ahí, sería un lindo experimento ver qué pasa, si todos nos tomamos un año y no producimos nada. Ni teatro, ni música, ni cine, ni fiestas, ni nada.  Volvamos al principio. Por un minuto trate de imaginar Buenos Aires sin artistas. Ahora imagine que al mismo tiempo, desaparecen sus obras. Y ahora imagine a Macri y a los empresarios del turismo con 3500 millones de dólares menos.

Nota: Nicolás Gonzalez (Erven)

Guitarrista de "Hiroshima Dandys" fundador de "Sólo le Pido a Dior" difusor de la escena argentina en "La Pop Life" de México, pero sobretodo, trabajador gratuito de la cultura. 



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